La burbuja que queda por pinchar

El domingo, Rafael Hernando (portavoz del PP) declaraba en #ObjetivoElecciones que el paro está decreciendo, que estamos recuperando la actividad laboral. Yo no sé cómo a esta gentuza le quedan fuerzas y vergüenza para seguir repitiendo la misma cancioncita una y otra vez. Y mientras ellos siguen con su melodía de falsas esperanzas sobre la recuperación, las universidades se llenan de pobres y crédulos jovenzuelos, hipnotizados por la otra cantinela, la de “tú estudia que algún día serás alguien”. Acabemos de una vez con la burbuja universitaria, esa que no para de crecer y que nadie revienta. Mis queridos conmarujos, los JASP, los famosos jóvenes sobradamente preparados de los 90, en el 2015, sobramos, somos demasiados.

Una-mente-maravillosa

Aquí estudiar ya no sirve para nada, al menos profesionalmente hablando. La vendida de moto que le metieron a toda una generación está pariendo hoy las consecuencias. Estudia que podrás elegir dónde trabajar. Mentira. Estudia que harás dinero. Mentira. Estudia que llegarás lejos. Mentira. Todo falso, todo patraña. Y el pozo de frustración y rabia cada vez es más profundo y tenebroso. Poseer un título universitario ya no es signo de nada. Bueno, sí, de que eres un pringado, de que picaste como tantos otros, de que te has convertido en un damnificado más de un sistema defectuoso. No hay cabida en las empresas para tanto cerebrito entrenado. Sobran preparaditos en serie y falta gente que se arremangue. Y con el Plan Bolonia llega el segundo plato en el menú de la indigestión laboral: los masters. Una carrera ya no es suficiente. Ahora necesitas también un master (o varios). Y si no lo haces, eres un loser absoluto. Universitario, pero loser al fin y al cabo. Y como no hay trabajo, ¡hala, venga a hacer masters todo el mundo! ¿Y para qué? De nuevo, para nada.

Requisitos: licenciado en periodismo, nivel de inglés alto, experiencia demostrable. Salario: 600 euros, jornada completa. ¡Yuhu. Me apunto ya! Redactor freelance para contenidos de un blog. ¿Precio del post? 3€. Venga, que me lo quitan de las manos. ¿Y no es bonito tener un master bajo el brazo? Esto son solo ejemplos de lo que me voy encontrando en diferentes plataformas de búsqueda de empleo. Podría seguir y vosotros completarlo con ejemplos de otros sectores. Pero, ¿para qué hacer más sangre? Todos sabemos a qué nos enfrentamos. Aun así, lo más gracioso, sin duda, es cuando charlas con amigos no universitarios (losers en su día) que tienen empleos no cualificados y que superan con creces tu sueldo de orgulloso licenciado enterrado en matrículas de honor. Ahí es cuando, primero te descojonas y luego te empiezas a acordar de tu madre dándote la murga para que estudiaras, de tus profesores comiéndote el coco con el éxito profesional, de Fátima Báñez partiéndose la caja en su cheslong y de los malditos datos de recuperación de Rafael Hernando.

Con esto no quiero decir que formarse no siga siendo provechoso. Aprender, cultivar la mente, ejercitarla y lo más importante, PENSAR, todo esto sigue siendo válido (y necesario para sobrevivir en un mundo muy hostil). Pero lo que ha quedado bastante claro es que de universitarios resabidos ya vamos completos. Solo queda hueco para informáticos en este país. Niños de España, a estudiar informática. Ahí, ahí. Ahí está el futuro. Los demás seguiremos compartiendo piso, viviendo en casa de los padres y escribiendo gratis, que mola más.

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