El juego del teléfono

Entre mis juegos de patio preferidos estaba El conejo de la suerte, pues se trataba de regalar inocentes besos adolescentes; La botella, ídem; o huir, cual paloma, perseguida por una bandada desesperada de palomos de 12 años que intentaban rozarnos el trasero “en contra de nuestra voluntad”… ¿Qué coño pasaba en los noventas? Estábamos todos más salidos que el palo de una escoba. Qué tiempos aquellos… En fin, no viene al caso. En cualquier caso, El juego del teléfono no estaba entre mis favoritos; seguramente porque, con una ya clara y marcada inclinación comunicativa, me parecía absurdo que alguien no fuera capaz de transmitir un mensaje sin distorsionar su contenido. Por desgracia, y gran sorpresa para mi yo de los 90, la comunicación y la política en este país se han convertido en el inmenso e indescifrable Juego del teléfono de los adultos.

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Esta semana Manuela Carmena volvía a ser noticia gracias a Versión Original, una iniciativa informativa online, promovida por la propia Carmena, con la que el Ayuntamiento de Madrid pretende corregir los errores y/o distorsiones periodísticas relacionadas con el día a día del consistorio. El mecanismo de la web, más bien un blog muy  básico, es sencillo. El ayuntamiento presenta un titular real aparecido en un medio de comunicación y, a través de datos contrastados, desmiente, corrige o amplía la información aparecida. Obviamente, ni la oposición ni los medios de comunicación han entrado en éxtasis de felicidad. Esta pobre mujer, con tanto disgusto, en un año está luciendo el peinado de Varoufakis, suerte que compartirá con Ada Colau. La polémica está servida. ¿Es la propuesta una maniobra de control disfrazada de ejercicio de transparencia o, por el contrario, estamos ante un claro ejemplo de nitidez política entendido de la peor manera posible?

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El PP lo tiene claro y, haciendo un despliegue hiperbólico de ingenio, recomienda a Carmena leer 1984 de George Orwell, con el fin de que compruebe la similitud que existe entre el dichoso blog y El Ministerio de la Verdad, aparecido en la citada obra. Tacha la iniciativa de ataque directo a la libertad de expresión y a la libertad de prensa. El PSOE, por su parte, también ha pedido la retirada de la web. Y la presidenta de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas en España) atisba cierto grado de censura. Y digo yo, ¿desde cuándo la información atenta contra la libertad de expresión? ¿Cómo es posible que una cantidad mayor de información dañe la libertad de prensa? ¿Acaso la pluralidad de voces no enriquece el discurso? Me gustaría que alguien me explicara, porque igual soy yo que ando corta de sesera con los calores veraniegos, de qué manera puede perjudicar al ciudadano, al lector o al votante un extra de información que de ningún modo impone una postura, sino que amplía, modifica o desmiente. Si no hay bocas cerradas, no hay censura. Si no se ejerce presión sobre los grupos mediáticos, no hay manipulación. Si no se paga una pluma para que se mueva en un sentido y no en otro, no hay control del discurso alguno. Eso sí, nos parece de lo más normal que los grandes grupos de comunicación tengan el orto dilatadísimo de tantas manos que les hurgan el interior. ¿Acaso no es ya la información que recibimos a diario una manipulación constante y un ataque frontal a nuestra inteligencia como lectores y votantes? Si estamos pidiendo transparencia a nuestros representantes, dejémosles que se expliquen y luego que cada uno juzgue, reflexione y saque sus propias conclusiones. Una voz más no invalida al resto; las pone en un compromiso, eso sí. Y todos sabemos que el periodismo no pasa por su mejor momento. Los recortes, el intrusismo, la desvalorización de una profesión que ha quedado en muchos casos como mero hobby del que la ejerce, pues los salarios son de broma. Todo esto y el hecho de que en muchas redacciones sean los pobres becarios (que tienen todo el derecho del mundo a equivocarse, pero también a ser supervisados e instruidos) los encargados de buscar, contrastar y elaborar una información que en muchas casos, y habiendo pasado por el filtro del teléfono loco, no llega en buen estado a los lectores.

Llamadme cómplice si os place, pero yo en la iniciativa de Carmena no veo ataque alguno a la libertad. Me parece bastante más lamentable e incomprensible tener un Presidente del Gobierno mudo, que se niega a dar ruedas de prensa o que se pasa por el forro el turno de preguntas. Dejémosles que hablen, por favor.

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