Crisis de calidad

___Murieron por encima de sus posibilidades___

Cuando una película se convierte en éxito comercial, el sector al completo escudriña en las profundidades de esta para encontrar la fórmula secreta de su éxito. ¿Cómo lo hicieron? ¿Por qué esta cinta sí y otras tantas no? Cuando se da con la respuesta, puede ocurrir lo mejor, que se utilice su esencia mágica de un modo didáctico y sirva como punto de partida; o lo peor, que se plagie alegremente el esquema narrativo, el tono o incluso los personajes y la historia. Si se hace bien, será un homenaje. Si no, una vulgar y mediocre fotocopia.

Así como lo hizo Perdiendo el norte con Ocho apellidos vascos, Murieron por encima de sus posibilidades aspira sin fortuna a ser un Relatos Salvajes a la española. Lo más triste es que solo lo intenta y sin mucho ahínco. Un grupo de afectados por la crisis, de todas las ideologías y estratos sociales posibles, porque la crisis nos ha afectado a todos (he ahí la primera pincelada vomitiva), decide tomarse la justicia por su mano e imponer un nuevo orden económico y social. ¿Cuál? Ninguno en concreto. Y aquí llega la segunda cucharada de moralina barata, porque los españoles somos incapaces de cambiar las cosas, solo sabemos protestar y quejarnos hasta que se nos devuelve lo que por supuesto es nuestro. Claro está, a esta panda de patéticos revolucionarios las cosas se le complican en el proceso, aunque sinceramente, el espectador hace rato que ha muerto del tedio.

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La película es un bodrio mayúsculo. No tiene salvación posible. No recordaba nada tan bochornoso desde Annie. Y no es una cuestión de género, hay que películas que me horrorizan por la temática que abordan pero que están correctamente ejecutadas (véase casi todas las comedias románticas). En el caso que nos ocupa no hay ni un ápice de acierto. El ritmo del film es desigual y soporífero. Los diálogos son flojos y carecen de todo interés. La dirección de actores produce vergüenza ajena, a pesar del excelente casting, desmedido por completo para esta cinta de inexistente calidad. Las historias de los protagonistas son surrealistas sin motivo alguno. Los propios personajes son tópicos y planos. Pero lo peor, sin duda, es el tono. Arranca con la promesa de comedia negra, ácida y mordaz, que se desinfla tras los primeros diez minutos de cinta; y termina como una tarantinada perpetrada por un estudiante de cine despistado. Hasta para ofrecer grandes dosis de violencia gratuita hay que ser un maestro. Y, desde luego, no es el caso. El supuesto discurso moralizante sobre las causas, consecuencias y culpables de la crisis se diluye en una maraña narrativa inconexa. Se pierde en medio del sin sentido más grosero y vulgar.

En definitiva, una película lamentable, tanto por sus intenciones como por la falta de escrúpulos a la hora de copiar como por el resultado final. Un insulto al espectador, ya no diré al inteligente y exigente, sino al más tolerante y agradecido, que dudo que deje ir una sola carcajada.

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