El malo de la película: el guionista.

___El séptimo hijo___

Ver un tráiler y saber enseguida cómo va a terminar la película es un bajón. Y con las cintas comerciales de aventuras pasa a menudo. Pero uno tiene la secreta esperanza de que en el desarrollo se obre el milagro y por un momento dé la impresión de que todo va a torcerse. El séptimo hijo es tan obvia y transparente que ni un solo frame de su metraje deja hueco a la sorpresa narrativa.

La película empieza sin previo aviso. El planteamiento es insuficiente, atropellado, caótico e infantil. Un cazador de brujas, profesión que en la película se denomina “espectro”, somete a la reina de todas ellas a un castigo eterno. Pero, oh, sorpresa, la bruja escapa y, como os podréis imaginar, todo empieza a ir muy mal. Para combatir a la ultrapoderosa hechicera (el final demuestra que no era para tanto), el espectro necesita la ayuda del séptimo hijo de un séptimo hijo (necesidad familiar que en ningún momento se justifica). El espectro madurito (Jeff Bridges) y el joven y torpe aprendiz formarán el dúo, bastante lamentable por cierto, que combatirá a la maléfica Madre Malkin (Julianne Moore). Y el resto ya os lo imagináis. Bla, bla, bla… romance prohibido. Bla, bla, bla… joven que es más hábil de lo que parece. Bla, bla, bla… bruja con corazoncito herido. Y así hasta completar algo más de hora y media de insufrible historia, llena de errores, batacazos narrativos y una imperdonable falta de rigor y profundidad. Los caprichosos del guionista son tan frecuentes como los desmayos interpretativos de todo el reparto. Una pena para Moore y Bridges que resultan ridículos en una cinta que no los merece.

Si respetáis vuestra inteligencia y, en el caso de ser una petición infantil, la salud mental de vuestros retoños, no vayáis a ver este bodrio infumable que solo provocará el hastío familiar.

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