Drama a medias.

___Lejos del mundanal ruido___

En mi vitrina de los placeres inconfesables digamos que las películas románticas victorianas no destacan de un modo especialmente perturbador, después de los vicios fílmicos que ya he confesado a los lectores de esta publicación. Pero sí, lo confieso, soy muy fan. Creo que en mi colección personal están todas: las buenas, las malas, las regulares, las originales, las típicas… Lejos del mundanal ruido descansaría en el estante de las ni fu ni fa.

Una chica de campo de familia semibien hereda una afamada granja que la convierte de la noche al día en rica dueña y señora de unas tierras y una fortuna más que decente. Los tres prototipos de hombre, el impulsivo y violento, el fiel compañero y el tímido adinerado, lucharán por conquistar su amor. A priori, la sinopsis dice más bien poco. Y así es la cinta, más bien poca cosa. A pesar de contar con una fotografía sensacional, brillante, de contrastes, con unas puestas de sol que quitan el hipo y unos amaneceres de ensueño, y de tener una composición de plano constantemente espectacular, la historia es poco más que una relatito de amor. No hay moraleja, no hay fondo, no hay mensaje. El discurso es plano y el film se desarrolla sin excesiva torpeza pero sin derroche de acierto. Las interpretaciones son correctas, acorde al género y al planteamiento de dirección. La supuesta reivindicación feminista del prólogo se convierte en cursilería barata hacia la mitad. Y el rol femenino protagonista que se las prometía valiente e independiente se torna  sumiso y predecible.

En fin, una cinta que se deja ver, que desprende belleza por los cuatro costados pero que no cambiará el curso de la historia del cine más reciente ni tampoco el de mi semana repleta de muchos estímulos más.

Lejos del mundanal ruido, foto 1

 

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