¿Por qué no te callas?
Si algo se ha puesto de moda, debido a la corrupción creciente, es la transparencia. Las cosas han de estar más claras que nunca, hay que justificarlo todo y la sinceridad está más de moda que el Zumba entre las amas de casa. Y yo me pregunto, ¿de verdad es necesario que nos lo digamos todo? ¿Hace falta escupir la sucia verdad a la cara de todo el mundo? Mi respuesta es no. La sinceridad está sobrevalorada.
Y lo dice una que tiene un blog de opinión. Pues empezamos bien. Pero bueno, creo que hay una diferencia entre la opinión “profesional” (véase crítica, ensayo, artículo) sobre algo general y la burda sinceridad entre mortales. Expresar lo que uno siente o piensa es fantástico. Yo he tardado años en entenderlo y en empezar a ponerlo en práctica. La táctica de tragar, de guardarse las cosas, no suele funcionar. Más que nada porque llega un momento en el que no te cabe más mierda dentro. Y ese día señalado algún bendito hace un inocente comentario sobre cualquier nimiedad y ZAS! Se la lleva puesta. Por tanto, sí, sacar a relucir lo que a uno le come por dentro es una buena idea. Pero de ahí a regalar opiniones y comentarios supersinceros ellos a diestro y siniestro, hay una gran diferencia. Y es que yo prefiero mil veces que me critiquen a mis espaldas que ser molestada con impertinentes comentarios sin los que, por supuesto, puedo vivir. Es más, quiero vivir ajena a ellos.
Hay una frase que corre por Internet que me parece sensacional. Y es genial, uno, por la gracia que tiene y dos, porque refleja una verdad como un templo. La frase dice así: “¿Sabes la diferencia entre tu opinión y una pizza? Que la pizza la pedí”. Y eso es exactamente a lo que me refiero. Qué necesidad hay de decirle a alguien: “hoy sí, hoy sí que llevas el pelo bien”. ¿Y ayer, hijo de puta? ¿Acaso esa persona ha pedido tu opinión, imbécil? O el clásico: “Ay, no me gusta nada cuando te pones esa camisa”. Pero vamos a ver. ¿Por qué? ¿Por qué tanta generosidad? ¿De verdad la gente es tan desprendida que regala piropos con esta alegría? La imprudencia brilla por su ausencia.
Pero hay un caso que me gusta más, mucho más, que es cuando necesitamos poner de manifiesto algo, aunque ello provoque la humillación absoluta de alguien. Y sí, me estoy refiriendo a cuando alguien se tira un pedo en grupo. Enseguida sale el observador de turno, o más bien el olfateador impertinente, diciendo: “Uy, ¿quién se ha tirado un pedo?” Vamos a ver. Bastante mal lo estará pasando la persona, que no ha podido contenerse, como para que tú, boca chancla, vengas con tu ácida perspicacia a dejar en evidencia al pobre y avergonzado ser humano. ¿Por qué no te guardas tu agudo comentario y te limitas a disimular y a respirar por la boca, como hacemos todos? O el típico listillo (o listilla, que también las hay) que en el váter, nada más salir una persona del baño, dice: Uy, qué peste. ¡Qué guarros! Alguien se ha quedado a gusto”. Primero, señor escatológico, al váter se viene a cargar. ¿A qué cojones quieres que huela? ¿A 212 de Carolina Herrera? Y segundo, ¿hace falta que todo el mundo sepa que tu compañero de trabajo, que todavía se está lavando las manos, caga consistente? Yo creo que no. Creo que podemos ahorrarle el sufrimiento a ese pobre defecator man.
El exceso de información y el fácil acceso a esta, han convertido nuestra sociedad en un ente hiperinformado y a los individuos en reporteros de lo cotidiano. Todo el mundo lo cuenta todo, lo muestra todo y lo juzga todo. Y esta curiosa situación parece que nos otorga el derecho de opinar alegremente sobre cualquier persona, que nos da barra libre de comentarios al prójimo. De hecho, hay una ley tácita que dicta que todo aquel que tiene cuenta de Facebook tiene la obligación de sufrir el asedio de los demás en su vida real. Si no, no haber cambiado tu foto de perfil, chata. Y yo de nuevo digo: por favor, hacedlo a mis espaldas. De verdad, no sufráis por mí. Quiero pasear alegremente con un puñal clavado en mi espalda. Me gusta, lo echo de menos. Pero no me molestéis reglándome a la cara vuestros comentarios inoportunos, por no decir de mierda.
Y es que, mis queridos conmarujos, no hace falta que lo pongamos todo sobre la mesa. La gente puede vivir sin según qué información. Si puedes ahorrarte el clásico “buenos días” del lunes en forma de “tienes mala cara. ¿Estás enfermo?”, ahórratelo. Si sabes vivir sin el siempre molesto “me gustaba más tu pelo ayer”, evítalo. Si eres capaz de sentirte bien sin insultar con el manido “estás más gordita, ¿no?”, no hagas que otro se sienta mal. Piénsalo, coméntalo, pero deja a ese ser humano vivir en paz, sumido en la ignorancia más absoluta. Que igual soy yo, ¿eh? Que tengo la misantropía y el síndrome premenstrual en un cóctel sanguíneo recorriendo mi cuerpo, pero qué queréis que os diga, a mí es que este tipo de comentarios me tocan los cojones sobremanera.
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Muy bueno y muy cierto, hay gente que no entiende que algunos comentarios duelen… hasta que les sueltas un puño en el estomago.
Un día volvía patinando tranquilamente y me encontre con un “colega” de mis padres su primer comentario al verme después de decir Hola! … Tu padre con tu edad no estaba tan calvo eh…
Lo q te dije ya en el Facebook… Aparte de q el articulo esta genial y q me diverti mucho leyendolo, q estoy totalmente de acuerdo contigo y q he vivido situaciones similares. Yo tambien considero q la sinceridad esta sobrevalorada, a veces somos más felices no sabiendo. Y sobre todo he visto en los último años q trabajo con tanto público veterano q la gente mayor son los q lo hacen más, es como si con el pasar de los años fuéramos perdiendo las formas, o pensaran q x ser “viejos” son azúcar y q pueden decirte lo q quieran q son inmunes xq evidentemente no les vamos a contestar, xq si eso pasara NOSOTROS sí q tendríamos q aguantar lo maleducados q somos, q estos jóvenes esto o lo otro.
En fin!!! Solo nos queda pensar q x lo menos nosotros mantenemos la elegancia del silencio, aunque x dentro estemos pensando “pero tu te has visto la cara??” jajaja. Un besito, guapa!!!
El problema no creo que sea solo la comunicación verbal, que también, pero a veces la no verbal duele más que la verbal. Solo un gesto lo puede echar todo a perder.
Yo creo que la dificultad radica en la inmediatez, la rapidez con la que generamos los comentarios sin filtrarlos. Porque somos muy rápidos elaborando críticas, pero excesivamente lentos y escasos en los elogios. No nos enseñan y además está mal visto. Cuando en mi entorno laboral aparece la palabra valoración y propuestas de mejora… Uf! todos respiramos hondo porque ya intuimos lo que vendrá de los demás.¿Qué valor le van a dar a una alabanza o cualquier ensalzamiento de algo o alguien? Ninguno. Como bien decías tú: no vende. Y tampoco se trata de hablar por hablar o decir lo que no se siente, pero la realidad es que desconocemos el término asertividad por muchos cursos de C.I. (crecimiento personal) que realicemos. Así que … en eso estoy de acuerdo con José Luis, a veces el silencio es mejor que la crueldad de las palabras totalmente innecesarias e inoportunas. Mientras tanto aprendamos por lo menos a decir: “lo siento” “disculpa”. Es el primer paso ¿no?
Totalmente de acuerdo, hay demasiada gente que no sabe el efecto que puede producir en otra persona un simple comentario y que no entienden que muchas veces estarían mucho más guapos calladitos. Pero como tu bien has dicho, mucha gente que no sabe usar el sentido común. Muy buena tu entrada, me encantó, como siempre!!!!
¡Cuanta razón, por Dios! Envidio, en muchas ocasiones, al típico borde antisocial y antipático que hay en todo colectivo. A ese nunca le dicen que le sobra barriga, o que cada vez tiene menos pelo. Yo, en cambio, como soy un osito entrañable, todo el mundo me dice las mierdas que le pasan por la cabeza. Y cuando es un amigo o un familiar, pues se lo aguantas y se lo perdonas, o le envías a la mierda y se lo perdonas. El tema es insufrible cuando viene de compañeros de trabajo. Cuantas veces me he quedado con ganas de pegarle una buena guantá a alguien, y decirle: “Me duele más a mí que a ti”.
Jajajajajaj. Exacto. Creo que el entorno laboral es un lugar propicio para la tensión, sí. Demasiadas horas juntos sin ser nada más que compañeros de trabajo. Y en cuanto pillas confianza: ZAS! Alguien cruza la línea y la caga. También tengo que decir que hay gente más prudente que otra. Y nadie habla de los prudentes, pobres. Mi próximo post hablará de la bondad, que siempre le doy protagonismo a la mezquindad ; )
Curioso, Iris, es una frase que repitio mucho últimamente, totalmente de acuerdo! Hay que camuflar la realidad;-)
No es una cuestión de esconder. Es más bien usar el sentido común, que parece que está demodé. Al final, ¿sabes quién acaba callándose? Yo. Me muerdo la lengua y sigo p’alante. Y luego, ¿qué? Pues una semana que no puedo ni mirarme al espejo del veneno que tengo por dentro. Pero bueno, eso es trabajo personal para mí también. Aprendizaje a tope : )
… yo lo que creo que está sobrevalorado es “el hablar”… la gente “habla” demasiado.
Te paso una frase que un amigo me dijo una vez y que desde entonces está en mi lista de frases lapidarias: “aquel que no tiene nada que decir lo demuestra hablando”
En el mundo en el que nos ha tocado vivir, donde ya no solo se habla, que tambien se escribe (por supuesto micro textos instertados en facebooks y twitters varios), la gente ya se comunica con los codos… ¿y qué comunicamos?… !tonterias que nadie necesita¡
Recuerdo que en no-se-que-libro sobre indios norteamericanos lei en una ocasion que existia una tribu “por ahi”, perdida en el norte americano, en la que cuando dos conocidos de poblados diferentes se encontraban se daban un largo abrazo, se sentaban juntos, permanecian callados una o dos horas el uno junto al otro mirandose, luego se levantaban y cada uno seguia su camino. Luego, al llegar al poblado, los comentarios eran: “vi a fulanito, hacia muchas lunas que no lo veia, estuvimos juntos y ha sido maravilloso”. Y es que con un abrazo y un mirarse a los ojos muchas veces la palabra está de mas.
Ay, qué bonito, José Luis. Pues sí. El silencio muchas veces es una prueba de confianza y respeto, más que las palabras. Cuando puedes estar horas con una persona en silencio, es señal de que no te hace falta llenar el tiempo con memeces. No como yo, que me paso el día escribiendo subnormalidades. Menos mal que la gente se ríe un poco ; )