Sitges Film Festival 2013
El tren de cercanías se detiene delante de la señal que indica el nombre del pueblo: Sitges. Siete días con sus 24 horas para llenar por completo de cine fantástico. Algunos lo llaman cinefilia; la mayoría, cuando saben que se trata de cine de terror, sencillamente, frikismo. Pero, ¿y lo que disfrutamos nosotros los raros al sentirnos de nuevo en casa?
Un mes ha pasado ya desde que el Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya cerró las puertas de la edición de 2013. Si algo me sobran son cosas que hacer y si de algo carezco es de tiempo libre. De ahí la tardanza de las críticas. Pero, mis queridos conmarujos, la espera ha terminado. Os presento lo mejor de Sitges 2013.
Si os parece, empecemos con el top five, con los cinco peliculones para mí imprescindibles de este año.
Enemy de Denis Villeneuve.
Si hay un género que me apasiona, ese es el thriller psicológico. Complicadas tramas que te mantienen todo el film con los ojos entornados del esfuerzo mental que estás realizando para no perderte. Oh, sí, ese es mi cine. Enemy es exactamente eso, una compleja historia que juega con la identidad de un aburrido profesor. De ritmo sosegado y ambiente denso, la película te va atrapando poco a poco en la tela de araña que se va tejiendo, nunca mejor dicho, pues la simbología y las metáforas con el mundo arácnido son frecuentes. El director, con una cuidada fotografía y un tempo muy sosegado, crea una atmósfera asfixiante que contribuye a que te pierdas todavía más si cabe en el laberinto que puede llegar a ser la mente humana. Toda la película está virada a un tono amarillo polución que consigue incluso que puedas llegar a respirar el miso aire viciado que el angustiado protagonista. Todo para que la sensación de confusión y desasosiego se vaya apoderando de ti.
La película no te deja escapar ni siquiera cuando abandonas la sala de cine. En la cola de la siguiente película, en el bar de la esquina, en la calle, de camino a casa… todo el mundo hablaba de Enemy. Cada uno tenía su propia teoría sobre lo que acababa de ver y lo curioso es que casi nadie coincidía. Metáforas, simbolismo y muchas preguntas que todavía no he conseguido resolver. Sin duda, es película de varia sesiones. Y eso me encanta.
We are what we are de Jim Mickle.
Se trata del remake de una película mejicana: Somos lo que hay. Terror psicológico en estado puro. Una colosal demostración de tensión cinematográfica con escenas gore de alto nivel.
El director propone un retrato familiar. Sería uno más de no ser porque se trata de una familia muy peculiar, con unas costumbres bastante siniestras. El resultado es un terrorífico relato que recoge el lado más salvaje del fanatismo religioso de la américa profunda. Pero sin duda, lo más aterrador es lo que destila el film, la tesis de la cual parte. El hecho de que por mucho que intentemos huir de lo que hemos aprendido, somos lo que mamamos, somos lo que nos han enseñado, somos lo que somos. Es muy difícil escapar de lo que uno es. Y por muchas vueltas que de la vida, el origen siempre termina por imponerse.
Con una excelente interpretación y un ritmo que no se detiene, la película es un in crescendo narrativo muy fino y minucioso. Imposible escapar de su brutalidad.
Raze de Josh Waller.
Seguramente no se convertirá en una de las mejores películas de la historia pero, desde luego, sí será una de las imprescindibles de mi videoteca. ¿Por qué? Churris y hostias. ¿Hace falta que diga más? Cuando tienes el reparto completo de Death Proof repartiendo a diestro y siniestro, lideradas por la indestructible Zoe Bell, y unas escenas de lucha muy bien ejecutadas, solo puedes decir: BRAVO!
Las tortas empiezan en el segundo uno y eso se agradece. Nada de presentaciones, ni de personajes ni de escenarios. La película entra a saco, como sus protagonistas, y te suelta un tortón en toda la cara. Ya irás conociendo a las chicas entre combate y combate, parece decirte entre líneas el director. Puede que los personajes no sean los más originales ni los más elaborados del mundo (la psicópata fría y calculadora, la inocente y débil que saca su genio al final, la honorable, la protagonista vengadora…) Vale, sí, no me sorprende, pero la interpretación de los roles tópicos es buena y las escenas de acción son increíbles. Los puñetazos duelen, la sangre salpica y la muerte se siente. Y eso es lo que esperábamos todos los presentes. Chicas guapas y violentas, ¿what else?
Big bad wolves de Aharon Keshales y Navot Papushado.
Un alumno de cine que le dice a su profesor: “tú mucha crítica y mucha clasecita pero no has hecho ni una película”. Y el profesor de cine que le contesta: “Pues es verdad. ¿Hacemos una?”.
Y así es como Aharon y Navot empiezan a gestar Big bad wolves, un thriller psicológico, cruel y despiadado, aderezado con una buena dosis de humor negro. Y es que a pesar del macabro planteamiento, la película es, en gran medida, una comedia; muy ácida, muy negra pero, al fin y al cabo, una comedia. Los diálogos absurdos y exagerados nos recuerdan mucho a Tarantino. Escenas como la de los encapuchados de Django podrían tener cabida en este film. Las altas dosis de humor hacen más llevaderas las violentas y desagradables situaciones.
Los personajes son otro de los puntos fuertes de la cinta. Los directores consiguen que empatices tanto con ellos que pierdes por completo la objetividad y al final confundes el bien con el mal, la simpatía con la pena y la justicia con la corrección.
A pesar de todo, el final de la película nos recuerda que todo lo acontecido es un drama, que detrás de todos los chistes que los directores usan para suavizar la historia, hay maldad, crueldad y una realidad cortante.
Cheap thrills de E.L. Katz.
¿Hay algo que el dinero no pueda comprar? ¿Cuánto vale la dignidad de una persona? Todo depende de los valores de cada uno. Partiendo de esta premisa, el director plantea una pregunta: ¿qué pasaría si lleváramos al extremo el típico “a que no hay huevos” y pusiéramos dinero de por medio? Pues que el resultado sería esta obra maestra. El delirio de un par de ricos mezclado con la desesperación de dos fracasados. Brillante. Un excelente despliegue de ideas locas, de diálogos desternillantes y de chistes muy ácidos. Un planteamiento dramático y patético que con un finísimo humor negro convierte la desgracia en una comedia brutal. Hacía tiempo que no me reía tanto. Y risas de esas que te arrancan un “qué cabrón, por qué no se me ha ocurrido a mí”. Las carcajadas en la sala lo inundaron todo, igual que los aplausos y los vítores al terminar. La mayor ovación que he presenciado en Sitges.
La película empieza bien. Se pone mejor. Te desborda de satisfacción más tarde. Te golpea casi al final. Y cuando crees que ya no puede superarse, cuando piensas que el director se ha metido en un lío del que no podrá salir, ZAS! Otro golpe maestro para cerrar una película excelente. Magnífica interpretación. Diálogos de quitarse el sombrero. Y unas situaciones repletas de gags inteligentemente desarrollados.
El film te deja con una duda en la cabeza. ¿Quién es más fracasado el que se deja engañar pero tiene buen fondo o el que engaña hasta el final y hace lo que sea por conseguir su objetivo? ¿Quién es más desgraciado? ¿Quién sale peor parado? La última imagen lo dice todo. Uno de los mejores planos finales que he visto. No desvelo más porque tenéis que verla; es más, os lo exijo.
Pero en Sitges no todo son grandes películas, obviamente. También las hay mediocres, malas a rabiar y otras que cumplen lo que prometen: espectáculo y cachondeo. Ese es el caso de Machete Kills.
Machete Kills de Robert Rodríguez.