La vida de Adèle. La vida.
Una sala pequeña. Todas las butacas ocupadas. “¡Bien! Todavía queda gente que disfruta con el buen cine”, pienso. La primera fila está vacía, y casi dentro de la pantalla. Por suerte, en la segunda, cinco o seis butacas están libres. No queda más remedio que verle los poros a Adèle. Un dato. Barcelona, 8 salas de cine en las que proyectan la película. Valencia, solo dos para la que ha sido Palma de Oro (mejor película) en Cannes 2013. Esto ya nos indica el nivel de distribución del cine europeo de calidad en este bendito país. Es mucho más rentable vender músculos, tetas y romances de cuento. ¡Dónde va a parar!
En La vida de Adèle hablamos de otro cine. Del que casi se puede palpar. Del que está narrado tan de cerca que hueles la piel de la protagonista. Ese cine que está más próximo al documental que a la ficción enlatada que la mayoría de distribuidoras nos intenta colar. Es un cine contado y contemplado desde dentro. Y la distancia entre el espectador y el relato es casi inexistente. La historia, en este caso, no es excepcional. No es original. No tiene nada de nuevo, de sorprendente o de extraordinario. Es una historia normal, que le pasa a una chica normal en un barrio normal con gente normal. Nada en este relato nos quita el hipo, al menos en cuanto al contenido. Lo importante aquí no es el qué, sin el cómo. Cómo el director se mete bajo la piel de unos personajes y les insufla vida de un modo asombroso.
Abdellatif Kechiche realiza un minucioso estudio de los rostros, los cuerpos, la comida, el cabello, el llanto, la imperfección, los sentimientos y el sexo, el cual cobra un gran protagonismo en este film. Después hablaremos de él. Todo está contado muy de cerca y sin ningún afán por embellecer lo que la cámara ve. Los restos de comida en la comisura de los labios, los poros de la piel, el acné juvenil. Valores de plano muy cortos que descubren la realidad tal cual es, casi robándola. Trozos de vida bellos precisamente por la falta de interés en que lo sean. La cercanía es tal que es imposible no conmoverse ante lo que Kechiche narra.
La elipsis temporal es uno de los elementos con el que el director se divierte jugando. La medida de tiempo es inexacta. No nos avisa cuando pasan tres años de golpe y, sin embargo, nos sorprende con un acto sexual casi a tiempo real. El paso del tiempo es casi intuitivo, sugerido, una mera guía. La evolución de los personajes no se explica, se descubre poco a poco, se adivina.
Uno de los fetiches de la película, sin duda, es el pelo de ella, de Adèle. Fascinante cómo el director lo utiliza para narrar la evolución psicológica y emocional de la protagonista. Recogido y enmarañado en el caos adolescente inicial. Suelto y revuelto en el desenfreno propio del dejarse llevar. Clásico para una Adèle madura y maltrecha. Gran parte de la sensualidad de la protagonista recae en su melena, en el juego que perpetran entre actriz y director.
Y ella, Adèle Exarchopoulos (pues comparte nombre con el personaje). Qué no decir de esta mujer. Real, conmovedora y ardiente interpretación. No me imagino con mis 19 años interpretando un papel con semejante carga emocional y sexual, muy sexual. Y es que el sexo, sin duda, ha sido uno de los motores de la polémica, la controversia y, por qué no decirlo, del morbo y el interés despertado por la película, sin menospreciar ni mucho menos el merecido galardón. El sexo en esta película es explícito, real y muy intenso. Las escenas de cama están narradas con la misma minuciosidad que el resto del film. Texturas, sonidos e incluso olores. No soy una gran partidaria del sexo en el cine pero si hay que mostrarlo, este es el sexo real, el que se da entre dos personas reales, sin maquillaje, ni edulcorantes y como única banda sonora los gemidos y el roce de los cuerpos. En Habitación en Roma, Julio Medem ya dio los primeros pasos por el camino del sexo lésbico, pero no hay color. Y no se trata de ver quién muestra la escena más picante entre dos mujeres. De hecho, dudo que la representación de Abdellatif Kechiche encienda entrepiernas. Al contrario, tal y como ocurre en la vida real, el sexo entre dos personas es entre esas dos personas y poco le puede interesar al resto. Se trata, por tanto, de mostrar el sexo sin tópicos, sin artificio, sin intención alguna por embellecer un acto animal, instintivo y descontrolado. Medem convirtió el sexo entre dos mujeres en un relato casi onírico. Kechiche no lo convierte, lo enseña.
La vida de Adèle, un peliculón, también en el sentido literal de la palabra pues el relato dura nada menos que tres horas. Si buscas una historia que rompa moldes, no la veas, pues es un relato de gente real. Si buscas la vida según San Hollywood, no la veas, pues no encontrarás ni pizca de maquillaje narrativo y/o visual. Si buscas escenas de sexo pasadas de edulcorante y con pajaritos de fondo, olvídate, el sexo es sexo y los orgasmos femeninos instantáneos que nos muestra la fábrica de sueños no existen.
La vida de Adèle podría ser la vida de cualquiera. Contada, eso sí, como nadie lo haría.
Hola, acabo de descubrir tu blog y me gusta Llevé a mi chica al cine de sorpresa porque me hacía ilusión ver la película. Leí críticas y descripciones y no quise perdérmela.
Me gustó, y me ha gustado tu descripción de lo que viste. Mr gusta la introspección de la cámara, me gusta la forma de interpretar el tema, me gista la luz, me guistan esos pequeños detalles que hacen que sea una gran película. Pero he de confesar que se nos hizo un pelín larga, me hubiera gustado mucho màs con una hora menos de duración….Hago un símil con comida….casi prefiero quedarme con ganas de más, que llena a rebosar…lo disfruto más.
Felicidades por tu blog y felíz fín de semana
Muchísimas gracias por tu comentario, Sonieta. La verdad es que no esperaba ninguno tan pronto. Estoy relanzando el blog y todavía quedan un par de detalles por pulir. Todavía no lo he movido y ya tengo un comentario. Genial!! Respecto a la peli, a mi chica también se le hizo un pelín larga. Yo la disfruté mucho y no se me hizo pesada, pero sí que es verdad que podría sintetizarse un poco. Aun así, hay muchas escenas que aparentemente no cuentan nada pero que bajo mi punto de vista, esconden mucho. Espero que sigas disfrutando con el blog. Un saludo!
Opino lo mismo que tú sobre las escenas y los detalles…seguro que se me escaparon mil mensajes subliminares… Pero lo dicho, me gustó muchísimo. Eres muy rápida respondiendo! hasta pronto!
A mi también me encantó la peli. Está rodada de una forma tan intimista que a veces me daba vergüenza mirar. Como si estuviese espiando a alguien real. La protagonista tiene una belleza natural y una forma de moverse tan hipnótica que las 3 horas se me hicieron cortas! Bravo Iris, muy buen análisis y muy bien escrito
Estoy de acuerdo. Es como si te estuvieras metiendo donde no te llaman, sobre todo en las escenas de sexo. En ellas Adèle está guapísima. Es increíble como muta a otro ser completamente diferente. Muchas gracias por tu comentario, guapa. Me alegro de que te guste. Espero verte más por aquí.
Buenas señorita iris…soy Mireia. He estado leyendo tu blog y te felicito gratamente porque me parece muy interesante y además participativo que en definitiva es lo que más mola, poder expresar también tus opiniones y debatirlas con los demás.
Que te voy a decir yo con la peli de La vida de Adele. Buaaa!!!!…fuí al cine hiper emocionada porque me esperaba un peliculón del quince y me encuentro con un largometraje de la relación entre dos chicas, cosa esperada por tod@s,hasta aquí ok, pero nena cual fue mi sorpresa cuando acabó la peli y me sentí vacía. No por la super relación que tienen las “protas”, que es de casi tres años, sino por el argumento y la forma de narrarlo. Creo que en tres horas podría haber contado muchas más cosas de su relación, de sus vidas… y no centrarse tanto en el primer plano llevado al hiper realismo más puro que existe. En tres horassss nos podría haber contado más la historia, sumergirnos en sus vidas, sus pensamientos, su filosofía, sus sentimientos… me parece que el director hizo la peli de cara a la galería y que se llevó el premio porque es una de las primeras pelis un poco transgresoras debido a su temática…Además, las escenas de sexo me encantaron, como no, pero creo que ese hiper realismo no merece tanto valor como para que sea tan explícito. Me pareció una historia más de sexo que de amor en sí. Así que me propondré esperar a que una directora y además lesbiana haga su propia versión.
Hola, guapa. Puedo estar en cierta manera de acuerdo con lo que dices. La profundidad en la relación no es demasiada. Pero sí que creo que se profundice en la relación de Adèle consigo misma. Creo que la cinta va de ella y solo ella. Emma es un evento circunstancial en su vida, que la marca terriblemente y le cambia la vida. Pero la historia es suya, de su madurez, de su autoconocimiento, de su crecimiento. Aun así, si hay que resaltar algo, sin duda, es la manera como está contada, no lo que cuenta la película. Pero para gustos colores. Yo solo he planteado mi visión y aquí todo el mundo tiene la suya. Gracias por compartirla. Y no me des ideas que igual esa directora soy yo, que últimamente ando muy inspirada ; ) Nos debemos una cena y unas beers, eh? Lo tengo presente. Besito, guapa.